Quiero llamar aqui la atención sobre una situación que me parece preocupante:
Los medios de combate de la Fuerza Aérea de los EEUU, incluyendo cazabombarderos, pilotos y personal de apoyo en tierra, constituyen el 18 por ciento de los medios de esa fuerza. Los medios de transporte o movilidad, que incluyen a los aviones de transporte estratégico, tanqueros y transporte táctico, más sus tripulaciones y personal de apoyo en tierra constituyen a su vez el 13 por ciento de la fuerza. Como se aprecia, los medios de combate son más que los medios de transporte, pero en proporción de 7 a 5.
En el caso de Chile, que no requiere que su fuerza aérea posea una similar capacidad de despliegue y apoyo internacional, pero que si tiene una geografía y una conformación territorial complicada que hacen importante contar con un componente de transporte substancial –tanto por razones militares como de seguridad civil- hay una evidente deficiencia. La FACH tiene 53 aviones de combate, incluyendo 44 F-16 de los tipos B50 y MLU, y tan sólo ocho aviones de transporte, incluyendo tres KC-135, tres C-130, un Boeing 767 y un Boeing 707.
Lo anterior se traduce en que la fuerza aérea chilena exhibe hoy una proporción de 20 aviones de combate por cada tres aviones de transporte, muy alejada del 7 a 5 que se puede apreciar en su par estadounidense. Es un desbalance enorme, que es la resultante de la prioridad que desde los años noventa se viene dando a la compra de aviones de combate. Es cierto que durante esa década se llegó a contar con seis C-130, gracias a que, tras el restablecimiento de la democracia, EEUU cedió cuatro C-130B de sus excedentes, que se sumaron a los dos C-130H adquiridos en los años setentas.
La más reciente incorporación de un Boeing 767 y tres KC-135 Stratotanker no deja de ser importante, pero se trata de aviones de transporte estratégico, destinados a trasladar personal, carga y proveer reaprovisionamiento en vuelo a los aviones de combate. Sin embargo, se trata de aviones que no pueden operar desde pistas rudimentarias o improvisadas ó, ante la ausencia absoluta de una pista, lanzar su carga en vuelo desde la rampa. Esa capacidad sólo la tienen los dos C-130H, que fueron comprados hace cinco décadas, y el solitario C-130B que quema sus últimas horas de vuelo.
La ausencia de esta última capacidad puede ser limitante no sólo en la dimensión militar, donde la FACH debe cumplir un importante rol de apoyo, transportando medios para las fuerzas terrestres y navales. Esa capacidad, hoy disminuida, es también importante en lo referente a la capacidad de respuesta frente a las emergencias civiles derivadas de catástrofes naturales, que en Chile son mucho más probables y recurrentes que una crisis vecinal o una guerra.
La situación merece la preocupación y atención de las autoridades civiles, que son las que deben determinar las tareas y capacidades de las fuerzas armadas, incluido el equipamiento de esas tareas demanden. Si la fuerza aérea no tiene interés en operar un número mayor de aviones de transporte táctico de gran capacidad, se debería transferir esa responsabilidad a las otras dos ramas, que de todas maneras lo necesitan, para el cumplimiento de sus tareas, y que podrán emplearlas para ir en auxilio de la población cuando ello sea necesario.
Los medios de combate de la Fuerza Aérea de los EEUU, incluyendo cazabombarderos, pilotos y personal de apoyo en tierra, constituyen el 18 por ciento de los medios de esa fuerza. Los medios de transporte o movilidad, que incluyen a los aviones de transporte estratégico, tanqueros y transporte táctico, más sus tripulaciones y personal de apoyo en tierra constituyen a su vez el 13 por ciento de la fuerza. Como se aprecia, los medios de combate son más que los medios de transporte, pero en proporción de 7 a 5.
En el caso de Chile, que no requiere que su fuerza aérea posea una similar capacidad de despliegue y apoyo internacional, pero que si tiene una geografía y una conformación territorial complicada que hacen importante contar con un componente de transporte substancial –tanto por razones militares como de seguridad civil- hay una evidente deficiencia. La FACH tiene 53 aviones de combate, incluyendo 44 F-16 de los tipos B50 y MLU, y tan sólo ocho aviones de transporte, incluyendo tres KC-135, tres C-130, un Boeing 767 y un Boeing 707.
Lo anterior se traduce en que la fuerza aérea chilena exhibe hoy una proporción de 20 aviones de combate por cada tres aviones de transporte, muy alejada del 7 a 5 que se puede apreciar en su par estadounidense. Es un desbalance enorme, que es la resultante de la prioridad que desde los años noventa se viene dando a la compra de aviones de combate. Es cierto que durante esa década se llegó a contar con seis C-130, gracias a que, tras el restablecimiento de la democracia, EEUU cedió cuatro C-130B de sus excedentes, que se sumaron a los dos C-130H adquiridos en los años setentas.
La más reciente incorporación de un Boeing 767 y tres KC-135 Stratotanker no deja de ser importante, pero se trata de aviones de transporte estratégico, destinados a trasladar personal, carga y proveer reaprovisionamiento en vuelo a los aviones de combate. Sin embargo, se trata de aviones que no pueden operar desde pistas rudimentarias o improvisadas ó, ante la ausencia absoluta de una pista, lanzar su carga en vuelo desde la rampa. Esa capacidad sólo la tienen los dos C-130H, que fueron comprados hace cinco décadas, y el solitario C-130B que quema sus últimas horas de vuelo.
La ausencia de esta última capacidad puede ser limitante no sólo en la dimensión militar, donde la FACH debe cumplir un importante rol de apoyo, transportando medios para las fuerzas terrestres y navales. Esa capacidad, hoy disminuida, es también importante en lo referente a la capacidad de respuesta frente a las emergencias civiles derivadas de catástrofes naturales, que en Chile son mucho más probables y recurrentes que una crisis vecinal o una guerra.
La situación merece la preocupación y atención de las autoridades civiles, que son las que deben determinar las tareas y capacidades de las fuerzas armadas, incluido el equipamiento de esas tareas demanden. Si la fuerza aérea no tiene interés en operar un número mayor de aviones de transporte táctico de gran capacidad, se debería transferir esa responsabilidad a las otras dos ramas, que de todas maneras lo necesitan, para el cumplimiento de sus tareas, y que podrán emplearlas para ir en auxilio de la población cuando ello sea necesario.
Comentario