
Código de Honor del Ejército Nacional de Colombia
Preceptos que recogen los sentimientos de un Ejército que busca para sus compatriotas una Patria respetada y libre.
El Código de Honor del Ejército y su sustentación fueron redactados por el General Alvaro Valencia Tovar, el General Carlos Alberto Ospina Ovalle, Comandante del Ejército Nacional; el Mayor General Freddy Padilla De León, Inspector General del Ejército; y la capitán (Rva.) Carmen Peña Visbal. El mismo recoge sentimientos de un Ejército que ha forjado su historia desde la Campaña Libertadora hasta nuestros días, en procura de lograr para sus compatriotas una Patria respetada y libre, en armoniosa prosperidad con orden y justicia social.
Ejército Nacional: 200 años de sacrificios, coraje y nobleza
El Código de Honor del Ejército Nacional de Colombia resume 200 años del ideario ético de sus Soldados; 200 años de sacrificios, coraje y nobleza; 200 años de un sueño comprometido con la construcción y preservación de la institucionalidad como fundamento de la democracia.
El mismo versa sobre valores éticos, morales y cívicos, con pleno respeto a la dignidad humana, pilar de los derechos fundamentales guiados por principios de orden, justicia y libertad. Acata órdenes con disciplina, inteligencia y responsabilidad.
Como afirmara recientemente el Presidente Alvaro Uribe Vélez: “en una democracia, las Fuerzas Armadas de la República son el único Ejército del Pueblo. La garantía del pueblo. Aseguran con su fuerza disuasiva el sagrado derecho a la autodeterminación, protegen al inerme ciudadano en sus derechos fundamentales e impiden, con su respaldo coercible, que la voluntad soberana sea escamoteada”.
El Soldado colombiano le sirve a la Patria motivado por ideales altruistas. Hoy, como ayer -cuando con honor y valentía colocó los cimientos de la Libertad-, defiende los postulados que dan identidad a la Nación, y construye las bases de la tolerancia y el respeto por los derechos ajenos.
Tal servicio procura que empresarios nacionales y extranjeros puedan invertir en áreas que fortalezcan el aparato productivo, se generen nuevos empleos, y pueda establecerse plena armonía en las diversas relaciones socio-económicas. Paralelo a ello, como expresara recientemente en homenaje a las Fuerzas Militares el presidente del Instituto de Ciencias Políticas, Alberto Galofre Cano, para que pueda darse tal contingencia urge que los connacionales exalten y reconozcan a aquellos ciudadanos que estimulan el trabajo honrado, y que así mismo éstos reciban la protección franca y decidida por parte del Estado.
Una protección que, comprometida y responsablemente, brindan las Fuerzas Militares para generar sensación de seguridad y crear las condiciones necesarias para que el país emerja indemne hacia un mañana mejor. El doctor Galofre reconoce: “El esfuerzo individual o colectivo no se da o no se genera si existe la incertidumbre de que los beneficios obtenidos y la seguridad de quienes se esfuerzan por lograrlos, no se garantiza por parte del Estado, y el Estado no puede ofrecer esta garantía sin unas Fuerzas Armadas motivadas y fuertes”.
Cada victoria, cada éxito operacional, cada obstáculo sorteado, acerca a sus compatriotas a la paz y a la prosperidad. Una paz que anhela desde lo más profundo de su ser y que persigue en cada recodo del camino. Un sueño imaginado para sus hijos y nietos, un mañana posible para el pueblo que le vio nacer. Como dijera el general Douglas Mac Arthur, U.S. Army: “El soldado, por encima de cualquier otra persona, reza por la paz, pues ha de sufrir y soportar las más hondas heridas y cicatrices de la guerra”.
Con coraje afronta los retos, aún en los días más aciagos, y se entrega al cumplimiento de la misión. No hay contingencia que le haga renunciar: ni la soledad, ni la lejanía de sus seres amados, ni la inclemencia del clima, ni el dolor... “El soldado es el verdadero hombre, vigoroso y lozano, valiente y firme, disciplinado no sólo contra los elementos y contra el enemigo, sino también contra sí mismo, contra sus flaquezas”, afirmó el filósofo Jenofonte.
Ese firme compromiso asume el carácter de solemne, e implica fidelidad a la Patria y a su bandera, así como un solidario sentimiento de espíritu de cuerpo. Este compromiso impone sacrificios, incluso, hasta el más noble y sublime de todos: ofrendar la vida en el altar de la Patria.
La misión de preservar la nacionalidad es encomendada, al decir del ex presidente Alberto Lleras Camargo, a “...los mejores, los más rectos, los más justos” para que sean ellos quienes “establezcan el equilibrio cuando sea menester”.
Como Soldado de la Patria: me comprometo solemnemente a profesar lealtad y fidelidad a Colombia y a mi Ejército, en defensa de la República, la libertad y la democracia.
El honor será mi primera virtud militar y mi fuente de inspiración. Observaré disciplina en todo lugar y circunstancia.
Por vocación, soy y seré un Soldado leal con espíritu de servicio. ¡Mi Ejército nunca se avergonzará de mí!
Seré justo en mis decisiones y prudente en el uso de la fuerza.
Cultivaré la honradez y la sobriedad, y seré vigilante, frugal y trabajador constante en mis deberes y asuntos.
Jamás divulgaré información que me haya sido confiada, y guardaré silencio y reserva sobre los asuntos del servicio.
Combatiré con valor, coraje y ánimo sereno, y sin esperar más recompensa que la de saber que cumplo la voluntad de Dios, lograr la grandeza de mi Patria y la gloria de mi Ejército.
No abandonaré a mis superiores, compañeros o subalternos en acción de guerra ni en cualquier otra ocasión.
Seré magnánimo en la victoria y orgulloso en la derrota honrosa.
Seré moderado, generoso y compasivo con el enemigo rendido o capturado. De caer prisionero o ser secuestrado, continuaré resistiendo por todos los medios disponibles y haré todo lo posible por escapar y recuperar mi libertad.
¡Ejército de Colombia: nunca vencido y por mi culpa, jamás!
fuente: página oficial del EJC
Espero que esta información les sea de interés.
Saludos cordiales,
CT_Nemo
Colombia: Seguridad & Defensa
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