Paola es la mejor entre los nuevos oficiales navales
La alférez de Fragata de Arma fue condecorada por siete países
Redacción Guayaquil
Cambio de palas. El comandante general de Marina, Homero Arellano, y su madre, Lilia Velasteguí, le cambiaron las palas a Paola Ochoa.
Galería
Ella obtuvo la primera antigüedad entre los 19 guardiamarinas de Arma, que el pasado martes se convirtieron en alféreces de Fragata de la Escuela Superior Naval “Comandante Rafael Morán Valverde”, ubicada en Salinas.
Paola Ochoa Velasteguí, de 23 años de edad y nacida en Quito, además fue la más condecorada de la ceremonia de relevo de brigadieres, imposición de medallas y cambio de palas de la 63° Promoción de Arma, 32° de Servicios y 41° de Especialistas.
En total fueron 33 los guardiamarinas de Arma, Abastecimiento y Especialistas -27 hombres y 6 mujeres- que culminaron sus estudios.
Tenuemente maquillada y vestida con su impecable uniforme de gala, de saco, falda sobre la rodilla y tacones de color blanco, se aprestaba a recibir la mayoría de reconocimientos.
En tanto, sus padres, Francisco Ochoa y Lilia Velasteguí Salazar; sus hermanas, María Cecilia y Patricia; y su abuelita, Cecilia Salazar, la observaban desde la tribuna del patio de la Escuela Superior Naval.
Pero en medio de la solemnidad del cambio de palas, pudo tener contacto con su familia.
Ocurrió cuando el comandante general de la Marina, vicealmirante Homero Arellano -quien presidió el acto- se acercó a la hasta entonces guardiamarina, para cambiarle las insignias de la solapa y convertirla en alférez. Y al ver a la madre, la invitó a que lo ayudara con la tarea.
Así Paola tuvo el doble orgullo de que la máxima autoridad de la institución a la que ama y se debe, y el mayor amor de su vida sellaran el acto con el que culminó los cuatro años y tres meses que se educó en la Rafael Morán Valverde.
Arellano felicitó a los Ochoa Velasteguí, mientras María Cecilia fotografiaba el momento.
Paola, ya convertida en alférez de Fragata de Arma, ocupó su lugar en la escuadra. Allí recordó el hecho de que fue al final de sexto curso cuando “se le metió la idea de ingresar a la Armada”. Pero no lo hizo inmediatamente sino luego de cursar el primer año de Ingeniería de Sistemas en la Pontificia Universidad Católica de la capital.
En el patio de la Escuela Naval continuaba el cambio de palas de sus 18 compañeros de la promoción Popeyes 2007, de los nuevos cuatro alféreces de Fragata de Servicios y de los diez tenientes de Fragata Especialistas.
En la tribuna, María Cecilia aprovechó para resaltar que su hermana, quien es la menor de cuatro mujeres, “es muy graciosa, le encanta reírse. Pero también es muy responsable, tanto que cuando llegaba tarde a un lugar, lloraba de las iras”.
“Mi mami es su fan número uno. Mi papi trabajaba dando clases en un colegio militar y no quería que ella entrara a la Marina. A regañadientes le dio la firma (para el ingreso). Ahora es el más orgulloso”, agregó la hermana. Las expresiones risueñas de los rostros de sus progenitores confirmaron sus palabras.
Luego llegó el momento en que Paola, “buena alumna en la escuela y el colegio Santa María Eufrasia, aunque no fui abanderada y nunca me quedé supletorio”, recibiera también reconocimientos internacionales.
Por ser la más destacada en sus estudios académicos, en formación naval-militar, en la práctica deportiva del judo y en el ámbito sociocultural, agregados navales le entregaron las medallas de las armadas de Argentina, Venezuela, Brasil, Chile, Perú y Colombia y la espada de Francia. Y el Premio de Estado Mayor de la Armada Nacional.
El acto continuó con los reconocimientos al alférez de Servicios, Gabriel Cortez, y al teniente especialista, Patricio Villalba, quienes obtuvieron la primera antigüedad en sus áreas.
La postura de firme de Paola no dejó entrever que le dolía la columna. Mientras el acto proseguía, ella lucía las medallas en su solapa y le daba gracias a Dios por la bendición que le dio al permitirle estudiar en la Escuela Superior Naval y porque sus padres, Francisco y Lilia, la apoyaron en su decisión.
Lo más difícil, según la joven, fue el corto tiempo que tenía para estudiar. “Uno se levanta temprano, tiene que comer, hacer deporte, instrucción militar y un tiempo determinado para los libros. Aunque realmente para estudiar solo se tienen las madrugadas y a veces ni eso, porque hay que dormir”, dice Paola, quien domina la rudeza del judo y la habilidad artística del piano.
En la noche, en otra ceremonia, recibió de su madre su anillo de grado, que fue simbólicamente bañado en la bitácora que contenía la esencia de los siete mares. Mañana lo lucirá orgullosa en la graduación que se realizará en Guayaquil. (MVM)
Graduación en Guayaquil
La ceremonia del anillo, que se realizó la noche del pasado martes en la Escuela Superior Naval “Comandante Rafael Morán Valverde”, en Salinas (provincia de Santa Elena), fue el preámbulo del acto de graduación que se llevará a cabo mañana en la Base Naval Sur de Guayaquil.
En el evento, los 33 guardiamarinas de la 63° Promoción de Arma, 32° de Servicios y 41° de Especialistas, quienes se convirtieron en alféreces de Fragata de Arma y Servicios y tenientes de Fragata Especialistas, recibieron de sus madres los anillos que lucirán en la graduación.
Las progenitoras, quienes son las madrinas de los nuevos oficiales, sumergieron simbólicamente los anillos en la bitácora, donde se depositó el agua de los siete mares, contenida en los cinco elementos mágicos de los dioses del Olimpo, según la tradición naval. (MVM)
La alférez de Fragata de Arma fue condecorada por siete países
Redacción Guayaquil
Cambio de palas. El comandante general de Marina, Homero Arellano, y su madre, Lilia Velasteguí, le cambiaron las palas a Paola Ochoa.
Galería
Ella obtuvo la primera antigüedad entre los 19 guardiamarinas de Arma, que el pasado martes se convirtieron en alféreces de Fragata de la Escuela Superior Naval “Comandante Rafael Morán Valverde”, ubicada en Salinas.
Paola Ochoa Velasteguí, de 23 años de edad y nacida en Quito, además fue la más condecorada de la ceremonia de relevo de brigadieres, imposición de medallas y cambio de palas de la 63° Promoción de Arma, 32° de Servicios y 41° de Especialistas.
En total fueron 33 los guardiamarinas de Arma, Abastecimiento y Especialistas -27 hombres y 6 mujeres- que culminaron sus estudios.
Tenuemente maquillada y vestida con su impecable uniforme de gala, de saco, falda sobre la rodilla y tacones de color blanco, se aprestaba a recibir la mayoría de reconocimientos.
En tanto, sus padres, Francisco Ochoa y Lilia Velasteguí Salazar; sus hermanas, María Cecilia y Patricia; y su abuelita, Cecilia Salazar, la observaban desde la tribuna del patio de la Escuela Superior Naval.
Pero en medio de la solemnidad del cambio de palas, pudo tener contacto con su familia.
Ocurrió cuando el comandante general de la Marina, vicealmirante Homero Arellano -quien presidió el acto- se acercó a la hasta entonces guardiamarina, para cambiarle las insignias de la solapa y convertirla en alférez. Y al ver a la madre, la invitó a que lo ayudara con la tarea.
Así Paola tuvo el doble orgullo de que la máxima autoridad de la institución a la que ama y se debe, y el mayor amor de su vida sellaran el acto con el que culminó los cuatro años y tres meses que se educó en la Rafael Morán Valverde.
Arellano felicitó a los Ochoa Velasteguí, mientras María Cecilia fotografiaba el momento.
Paola, ya convertida en alférez de Fragata de Arma, ocupó su lugar en la escuadra. Allí recordó el hecho de que fue al final de sexto curso cuando “se le metió la idea de ingresar a la Armada”. Pero no lo hizo inmediatamente sino luego de cursar el primer año de Ingeniería de Sistemas en la Pontificia Universidad Católica de la capital.
En el patio de la Escuela Naval continuaba el cambio de palas de sus 18 compañeros de la promoción Popeyes 2007, de los nuevos cuatro alféreces de Fragata de Servicios y de los diez tenientes de Fragata Especialistas.
En la tribuna, María Cecilia aprovechó para resaltar que su hermana, quien es la menor de cuatro mujeres, “es muy graciosa, le encanta reírse. Pero también es muy responsable, tanto que cuando llegaba tarde a un lugar, lloraba de las iras”.
“Mi mami es su fan número uno. Mi papi trabajaba dando clases en un colegio militar y no quería que ella entrara a la Marina. A regañadientes le dio la firma (para el ingreso). Ahora es el más orgulloso”, agregó la hermana. Las expresiones risueñas de los rostros de sus progenitores confirmaron sus palabras.
Luego llegó el momento en que Paola, “buena alumna en la escuela y el colegio Santa María Eufrasia, aunque no fui abanderada y nunca me quedé supletorio”, recibiera también reconocimientos internacionales.
Por ser la más destacada en sus estudios académicos, en formación naval-militar, en la práctica deportiva del judo y en el ámbito sociocultural, agregados navales le entregaron las medallas de las armadas de Argentina, Venezuela, Brasil, Chile, Perú y Colombia y la espada de Francia. Y el Premio de Estado Mayor de la Armada Nacional.
El acto continuó con los reconocimientos al alférez de Servicios, Gabriel Cortez, y al teniente especialista, Patricio Villalba, quienes obtuvieron la primera antigüedad en sus áreas.
La postura de firme de Paola no dejó entrever que le dolía la columna. Mientras el acto proseguía, ella lucía las medallas en su solapa y le daba gracias a Dios por la bendición que le dio al permitirle estudiar en la Escuela Superior Naval y porque sus padres, Francisco y Lilia, la apoyaron en su decisión.
Lo más difícil, según la joven, fue el corto tiempo que tenía para estudiar. “Uno se levanta temprano, tiene que comer, hacer deporte, instrucción militar y un tiempo determinado para los libros. Aunque realmente para estudiar solo se tienen las madrugadas y a veces ni eso, porque hay que dormir”, dice Paola, quien domina la rudeza del judo y la habilidad artística del piano.
En la noche, en otra ceremonia, recibió de su madre su anillo de grado, que fue simbólicamente bañado en la bitácora que contenía la esencia de los siete mares. Mañana lo lucirá orgullosa en la graduación que se realizará en Guayaquil. (MVM)
Graduación en Guayaquil
La ceremonia del anillo, que se realizó la noche del pasado martes en la Escuela Superior Naval “Comandante Rafael Morán Valverde”, en Salinas (provincia de Santa Elena), fue el preámbulo del acto de graduación que se llevará a cabo mañana en la Base Naval Sur de Guayaquil.
En el evento, los 33 guardiamarinas de la 63° Promoción de Arma, 32° de Servicios y 41° de Especialistas, quienes se convirtieron en alféreces de Fragata de Arma y Servicios y tenientes de Fragata Especialistas, recibieron de sus madres los anillos que lucirán en la graduación.
Las progenitoras, quienes son las madrinas de los nuevos oficiales, sumergieron simbólicamente los anillos en la bitácora, donde se depositó el agua de los siete mares, contenida en los cinco elementos mágicos de los dioses del Olimpo, según la tradición naval. (MVM)
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