
Fig.38 hangar reforzado en un campo aéreo iraquí alcanzado por bombas guiadas por láser. (izquierda) El ‘pod’ TIALD fijo en su objetivo y luego (izquierda) las bombas haciendo impacto justo sobre el blanco.
Habiendo liderado la primera misión desde Tabuk, el Wg Cdr Travers Smith se encontró nuevamente a bordo de un Tornado durante la última misión de la fuerza durante el conflicto, mientras dos designadores portando los ‘pod’ TIALD y cuatro bombarderos despegaron para una misión de ataque contra la base aérea de Habbaniyah, el 27 de febrero. Desafortunadamente, el comandante del No 16 Sqn tuvo que regresar a la base por problemas técnicos y no participó del ataque que tuvo lugar aproximadamente a las 2230hrs cuando se lanzaron las últimas bombas de la Royal Air Force de la Operación ‘Granby’. La fuerza de Buccaneers en el este culminó la labor del día esa misma tarde atacando el aeropuerto de Skayka Mallar. Adicionalmente, seis misiones que involucraban al pod Pave Spike estaban planeadas, pero fueron canceladas debido a que, de haberse producido al día siguiente, habrían tenido lugar luego de que el cese al fuego entrara en efecto. En Muharraq se había cargado a aviones Tornado con bombas de racimo estadounidenses CBU-87 (utilizadas previamente por los Jaguar), en preparación para las misiones del 28, pero la primera misión (asignada a cuatro GR1 para atacar un emplazamiento de misiles, apoyados por dos Buccaneer y cuatro Tornado con LGBs) estaba programada para despegar apenas 10 minutos después del cese al fuego, a las 0810hrs, tiempo local. De haber continuado la guerra por una semana más, los Tornado habrían incrementado su poder de ataque utilizando la bomba GBU-10 (que emplea la cabeza de guerra de la bomba Mk-84 de 2,000 libras o 907kg) estadounidense, la cual había sido aprobada para su despliegue por el GR1.

Fig.39 El Tornado más exitoso de la guerra, con más misiones voladas, fue ZA465/FK ‘Foxy Killer’. Participó en 2 misiones con JP233 (4 JP233 lanzadas), 28 con armas de caída libre (158 bombas de 1000lb) y 19 (35 Paveway II) con bombas guiadas por láser, tres de las cuales se le ve llevando en esta fotografía. El avión finalmente llevó solamente 44 símbolos de misión debido a que 5 misiones con LGB tuvieron que ser abortadas producto de mal clima sobre el blanco (foto: John Cotterill)
CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTA
Cien horas después del inicio de la campaña terrestre, el 28 de febrero, el Presidente de los EE.UU. George H. W. Bush, declaró el “cese al fuego”. Las tropas iraquíes finalmente habían abandonado Kuwait. Detrás de su retirada yacía un reguero de destrucción: el ejército iraquí había perdido casi el 80% de su fuerza blindada, 90% de su artillería y más del 50% de sus portatropas en Kuwait. Sus aeródromos e infraestructura bélica yacían en ruinas; el Viceministro de Defensa iraquí, General Sultan Hashim Ahmad, quien negoció los términos de rendición con el comandante de las fuerzas de Coalición, General Norman Schwarzkopf, reaccionó en shock cuando sus propios comandantes militares admitieron la escala de la ignominiosa derrota: más de 60 mil iraquíes capturados y hechos prisioneros.
Los Aliados volaron entre 2,000 y 3,000 salidas de combate diarias; en promedio, una misión típica de bombardeo tuvo lugar cada minuto, cada día. Para el ‘Día G’ (inicio de la ofensiva terrestre), la Coalición había efectuado casi 100 mil salidas con gran éxito. Para cuando se anunció el cese al fuego el 3 de marzo, las fuerzas aéreas de la Coalición habían realizado 110 mil salidas de combate, de las cuales la RAF protagonizó 6,100, el número más alto de misiones realizado por cualquier fuerza aérea en el teatro de operaciones (con excepción de la estadounidense), más de dos veces y media la cantidad de aquellas llevadas a cabo por el contingente francés. Alrededor de 88,500 toneladas de bombas fueron lanzadas, de las cuales 7,400 fueron armas guiadas.
La Guerra del Golfo demostró que el incremento del poder aéreo había sido complementado por un incremento en la supervivencia de los medios de combate. Durante el conflicto, la Coalición voló alrededor de 110 mil misiones y perdió 42 aeronaves en acción (con un adicional de 33 debido a accidentes operacionales). La tasa de pérdidas en combate total – es decir, el número de aeronaves perdidas por cada 100 horas de misiones voladas – fue menos que un décimo de 1 por ciento. Dentro de las fuerzas aéreas de la Coalición, las unidades que operaron el sistema Tornado GR1 sufrieron las mayoras pérdidas, debido a la inherentemente riesgosa naturaleza de sus primeras misiones. Efectuaron casi 1,650 salidas de combate con la consecuente pérdida de seis aeronaves, una tasa de pérdidas de poco más de un tercio de 1 por ciento y muy inferior a la sufrida por la Royal Air Force en conflictos previos de alta intensidad (como la Segunda Guerra Mundial).

Fig.40 ZA471/E en Muharraq durante la Tormenta del Desierto.

Fig.41 El trabajo y el desgaste producido por el ritmo de trabajo y las condiciones del desierto saudí se evidencian en esta imagen del GR1 ZA463/Q ‘Flying High’ de vuelta en Brüggen luego de la guerra.
De los tres destacamentos de Tornado GR1, el de Tabuk voló 650 salidas, de las cuales 545 alcanzaron sus blancos. La base utilizó 32 contenedores JP233 en 23 salidas (cinco misiones); 123 misiles ALARM en 52 salidas (24 misiones); 1,451 bombas de caída libre en 288 salidas (35 misiones) y 360 bombas guiadas por láser en 192 salidas apoyadas por 95 salidas TIALD (totalizando 48 misiones). El de Dhahran, por su parte, voló un total de 567 salidas compuestas por 439 de interdicción (en las cuales se arrojaron 14 dispensadores JP233 y 1,045 bombas de caída libre sobre el enemigo), 305 de ataque con 288 bombas guiadas por láser y 128 salidas de reconocimiento. Muharraq albergó a una docena de Jaguars que lanzaron bombas convencionales y a 12 Buccaneers que lanzaron un número limitado de LGBs; la fuerza de Tornados de la base contribuyó a su vez con el esfuerzo bélico soltando 1,700 bombas de caída libre, 340 bombas guiadas por láser y 50 JP233 sobre el enemigo. Adicionalmente, se calcula que los aviones con base en Dhahran utilizaron 310 bengalas infrarrojas (flares) y 21,330 paquetes de chaff mientras que consumieron 3,830 toneladas de combustible, incluyendo 2,200 obtenidas mediante reabastecimiento aéreo.
Los novedosos sistemas introducidos de forma apresurada al servicio se comportaron de manera sobresaliente. TIALD protagonizó 72 salidas operacionales exitosas y 23 abortadas (totalizando 48 misiones, incluyendo nueve canceladas en pleno vuelo por motivos climatológicos) entre el 10 y 27 de febrero, de las cuales 45 fueron voladas por pilotos del No 13 Sqn; 20 por tripulaciones del No 617 Sqn; 16 por el No 16 Sqn, siete por el No 2 Sqn y siete por el No 14 Sqn. El sistema sufrió una gran cantidad de problemas relacionados a la meteorología pues su sensor infrarrojo no trabaja bien en condiciones húmedas. A consecuencia de ello, las versiones sucesivas del ‘pod’ TIALD incorporaron un canal de video TV. Habiendo dicho esto, en términos de aciertos porcentuales, TIALD demostró ser superior a todos los otros sistemas de bombardeo de precisión en el teatro de operaciones del Golfo, con excepción del sumamente costoso y especializado F-117A Nighthawk de la USAF.
El misil ALARM también hizo su parte y se ganó el respeto de sus aliados y el terror de sus enemigos: temerosos de ser víctimas de ataques con misiles, los operadores de radar iraquíes se volvieron sumamente cautelosos y utilizaron, por ejemplo, radares de búsqueda de SA-2 para adquisición de blancos para el más letal (y valioso) sistema SA-6, o bien intentaron guía óptica para los misiles, encendiendo los radares a último minuto esperando una interceptación exitosa. Los pocos derribos de aeronaves aliadas, debidos en gran parte a la suerte, solo sirvieron para confirmar el nivel de destrucción y desmoralización a los que había sido sujeta una otrora poderosa y temible red de defensa aérea.
La Guerra del Golfo fue, asimismo, la primera guerra que el mundo entero experimentó “en vivo” a través de sus televisores desde la comodidad del hogar. Consecuentemente y quizás debido a la exposición masiva, los medios de comunicación trivializaron muchos de los argumentos e incurrieron en generalizaciones y conclusiones exageradas, siendo quizás uno de los más notables – en parte aprovechado por los gobiernos de los países participantes de la Coalición, habida cuenta la experiencia de la Guerra de Vietnam en la cual las bajas civiles repercutieron en una merma en el apoyo de la opinión pública a favor de la campaña bélica – la idea de que las armas de precisión (bautizadas por la prensa como “inteligentes”) reducían al mínimo las bajas civiles y/o eliminaban del campo de batalla el concepto de “daño colateral”. Nada más lejos de la verdad. Como comenta el Sqn Ldr Greg Monaghan: “no existe tal cosa como una “guerra limpia”: no puedes esperar simplemente destruir los objetivos sin matar gente, matar inocentes, si se quiere, pero puedes ayudar a prevenirlo en gran medida utilizando armas guiadas. Pero son costosas, muy costosas. Así que tienes hacer concesiones en ese aspecto”. La Guerra del Golfo, sin embargo, sirvió de patrón para las guerras por venir en las cuales, mediante el uso de tecnologías avanzadas, se busca producir un daño focalizado a la maquinaria de guerra del enemigo, minimizando en la medida de lo posible los daños a la infraestructura y la población civiles.
(sigue...)
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