
Fig.20 lanzadores de misiles ‘Scud’ capturados por la suite de infrarrojos del GR1A (imagen: No 13 Sqn)
“Era una noche muy, muy oscura, probablemente una de las más negras en las que haya volado jamás. Una vez que comienzas a sobrevolar el desierto, en especial sobre Iraq, no ves más luces en el terreno. Estás volando sumamente bajo. Divisamos lo que pensamos era la fogata de un peculiar campamento beduino hacia el lado izquierdo del ala”, comentó Garwood. En realidad, las llamas de la “fogata” correspondían a fogonazos de artillería antiaérea enemiga: al retornar a Dhahran, se dieron cuenta de que habían sido alcanzados puesto que la deriva presentaba un agujero justo sobre el montaje del timón de dirección.
Con excepción de algunas misiones concebidas con urgencia en las cuales se volaba con cuatro tanques externos de combustible a falta de apoyo apropiado de cisternas aéreos, los Tornado GR1A volaron solo con la carga normal de dos tanques de 2,250 litros (en vez de los de 1,500 litros usados típicamente en tiempos de paz), un módulo de interferencia electrónica Sky Shadow y un dispensador de contramedidas BOZ-107. La altura típica de vuelo era de 200 pies (61 metros) con el radar de seguimiento de terreno configurado para vuelo ‘duro’ y a velocidades de entre 500 y 580 nudos (1,000 a 1,075 km/h). La mayoría de misiones tenían una duración de entre dos y tres horas, entre 20 y 60 minutos sobre territorio hostil. La más larga, de cuatro horas 25 minutos, fue llevada a cabo el 24 de enero por los Flt Lt Rick Halley y Angus Hogg del No 2 Squadron a bordo del ZA371.

Fig.21 ZA400/T alcanzado por artillería antiaérea: puede verse claramente el daño causado por un pedazo de metralla en la deriva del Tornado, dejando expuesta la estructura alveolada de refuerzo del estabilizador vertical.
Al dividir a las nueve tripulaciones (reducidas a 8 el 31 de enero por cuestiones de salud) en tres turnos de tres, el destacamento de reconocimiento se vio posibilitado de montar hasta seis salidas por noche sin necesidad de sobre-exigir al personal. La más temprana se encontraba en alerta entre las 1500hrs de un día y las 0300hrs del siguiente; la más tardía cubría el turno entre las 2100 hasta las 0900hrs del día siguiente mientras el tercer turno (que cubría el turno más tardío del día previo) descansaba. Una salida normal podía involucrar tres o cuatro búsquedas lineales – un pedazo de carretera o una sección de río – entre las cuales debía planificarse las rutas con cuidado a fin de evitar áreas defendidas conocidas. Blancos puntuales eran visitados antes de los ataques o después para propósitos de evaluación de la efectividad de los mismos.

Fig.22 trinchera iraquí avistada por uno de los GR1A de reconocimiento (imagen: No 13 Sqn)
No se volaron misiones sobre territorio kuwaití, aunque la mayor parte del teatro de operaciones fue cubierto. Las ‘cacerías de Scuds’ se concentraron en Iraq occidental (cerca de H-2 y H-3 en las proximidades de las fronteras con los vecinos Jordania y Siria). En preparación para el inicio de la campaña terrestre el 24 de enero, la región del centro-sur del país fue extensivamente monitoreada en búsqueda de movimientos militares y tendido de campos minados. Posiciones fortificadas de la Guardia Republicana fueron sujetas a reconocimiento en búsqueda de vehículos de comando y control que habrían de ser señalados como blancos individuales en sucesivos ataques, mientras que los puentes sobre el río Éufrates fueron evaluados luego de los ataques con bombas guiadas por láser. En las postrimerías del conflicto, la retirada iraquí en la ruta hacia Bagdad fue cubierta también por la mirada electrónica de los GR1A.
Como evidenciaron los eventos que tuvieron lugar durante las primeras misiones, la defensa aérea iraquí distaba de encontrarse “dormida”. Los sistemas de advertencia de radar pasivo a bordo de los Tornado detectaron múltiples señales de enganche provenientes de radares de control de tiro para baterías SAM y AAA, mientras lanzamientos de misiles portátiles antiaéreos de guía infrarroja fueron reportados, sin causar efecto. Mucha de la artillería antiaérea iraquí, sin embargo, empleaba guía óptica y resultó ser poco efectiva contra aeronaves volando a baja cota y alta velocidad sobre el desierto en la oscuridad. Por la naturaleza de las misiones de reconocimiento, los aparatos por lo general operaban solos, mas era procedimiento normal que dos o tres despegasen simultáneamente y procedieran a sus distintas zonas de interés por su propia cuenta luego del encuentro con el avión-cisterna.
Numerosas tormentas eléctricas a lo largo de la campaña forzaron el replanteo de rutas a fin de evitar nubosidad; consecuentemente, las tripulaciones de los reabastecedores aéreos se vieron obligados a modificar sus rutinas: los bombarderos GR1 con cargas pesadas como dispensadores de submuniciones JP233 normalmente reabastecían a los 10 mil pies (3 mil metros) mientras los GR1A de reconocimiento lo hacían a los 3 mil pies (914 metros) en medio del mal tiempo. A los pilotos se les entregó anteojos de visión nocturna pero, debido a la poca experiencia previa de los pilotos con estos accesorios, sirvieron poco en situaciones de combate sobre territorio enemigo, aunque sí probaron ser útiles para divisar a los cisternas aéreos durante condiciones de silencio de radio.
El 25 de febrero, a pocos días de anunciarse el cese al fuego, un misil ‘Scud’ alcanzó una barraca temporal estadounidense a escasos 730 metros del complejo de BAe donde se alojaba el personal de reconocimiento, matando a 25 efectivos de la Guardia Nacional recién llegados e hiriendo a otros más. Esa noche se volaron las últimas cinco misiones de la guerra; el último aparato en aterrizar, 40 minutos después del amanecer, fue el ZA397 del No 13 Squadron, tripulado por el Flt Lt Mike Stanway y el Sqn Ldr Roger Bennett.
ALARM
Ya desde el comienzo de los preparativos para la Operación ‘Granby’, la Royal Air Force se había percatado de la necesidad de acelerar la entrada en servicio del British Aerospace ALARM - Air Launched Anti-Radiation Missile – en ese momento aún en desarrollo; el espacio aéreo iraquí, particularmente alrededor de las bases aéreas que la fuerza de Tornados GR1 habría de atacar durante las primeras horas del conflicto, se encontraba fuertemente defendido por sistemas antiaéreos en forma de artillería y misiles, volviéndose esta amenaza un factor crítico a ser suprimido a fin de evitar horribles bajas por parte de los aviones de ataque.
El despliegue del sistema fue originalmente comisionado al No 9 Squadron, que había enviado a una tripulación de Tornado a realizar un curso de familiarización con la gente de BAe. De hecho, el plan en tiempos de paz consistió en que dicha unidad fuese la unidad operativa, en preparación para lo cual sus Tornado GR1 habían sido modificados con un databus digital MIL-STD 1553B de tal manera que la comunicación entre el avión y el misil fuese posible. A mediados de octubre de 1990 se produjo un cambio cuando el No 20 Squadron – con base en Laarbruch – fue desplegado a la región del Golfo junto con el nuevo misil. Su preparación tomó forma de una reunión de instrucción a cargo de la versada tripulación del No 9 Sqn y de una semana de entrenamiento en el sistema computarizado utilizado para programar los misiles, el cual fue enviado posteriormente a Tabuk, donde la fuerza de ALARM estaría basada.
Luego de una semana de volar patrones de ataque simulados, el No 20 Sqn envió ocho tripulaciones a Arabia Saudí a fines de noviembre (cuatro tripulaciones adicionales se unieron más adelante y debieron practicar maniobras de reabastecimiento aire-aire, que era algo que no habían hecho hasta entonces). Bajo el liderazo del Sqn Ldr Bob McAlpine, el equipo de 16 hombres tuvo primero que escribir el Manual de Procedimientos Estandarizados (SOP) para el sistema ALARM. Experiencia comenzó a ser acumulada en misiones de entrenamiento con otras unidades de Tornado y llevando ejemplares de entrenamiento del ALARM, los cuales, a pesar de ser inertes, poseían la interfaz misil/avión

Fig.23 Misil ALARM montado en un Tornado GR1 (foto: Mike Rondot)
Inicialmente, el misil ALARM podía ser llevado únicamente en los soportes subalares internos, desplazando consecuentemente los depósitos externos de combustible de 1,500 litros a su posición alterna debajo del fuselaje. Para enero de 1991, sin embargo, los aviones habían sido modificados para llevar hasta tres ALARM en rieles de lanzamiento adosados al fuselaje inferior, mientras que tanques de mayor capacidad de 2,250 litros podían ser cargados en los anclajes subalares. El equipamiento externo fue complementado por los usuales BOZ-107 y Sky Shadow, así como por dos misiles aire-aire AIM-9L Sidewinder para autodefensa. Tabuk eventualmente recibió nueve aviones capaces de lanzar ALARM, todos menos uno prestados del No 9 Sqn, el último recién arribando el 24 de enero. Cuatro de estos aparatos disponían de cabinas revisadas con iluminación compatible con anteojos de visión nocturna.
(sigue...)
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