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Augusto B. Leguía ¿Patriota o traidor?
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Originalmente publicado por Murciélago88 Ver MensajeLeguía se convenció de que si bien Tacna era rescatable, la única forma para recuperar Arica era por las armas, situación para la cual, pese a su constante preocupación por el desarrollo de las Fuerzas Armadas, el Perú no se hallaba preparado (y no en balde el general Pellegrin, jefe de la Misión Militar Francesa en el Perú, le escribió a Leguía en 1923 "Se ha comparado frecuentemente la situación del Perú con la de Francia. La comparación es exacta hasta cierto punto. Pero Francia preparó militarmente la revancha durante 40 años, en tanto que el poder militar del Perú va declinando cada día más"), y debió aceptar reanudar relaciones con Chile y entrar en negociaciones con su embajador Emiliano Figueroa Larraín, quien acudió prevenido por su gobierno de que iba a negociar directamente "con un gobierno de los relieves de don Augusto B. Leguía" como recordaría el canciller chileno Conrado Ríos Gallardo.
La solución final al problema de Tacna y Arica fue la partija, propuesta desde 1910, pues no podía retrasarse la liberación de Tacna, llegándose tras largas negociaciones (en las que el Presidente Leguía insistió en la necesidad de un puerto para Tacna, barajandose incluso las posibilidades de dividir la ciudad de Arica o la construcción de un puerto en San José, a menos de 10 km al norte de Arica) al Tratado del 3 de junio de 1929, por el cual el Perú recuperaba Tacna (que volvió a la heredad nacional el 28 de agosto) y cedía Arica a cambio de una serie de servidumbres, conservado el Perú una presencia en Arica por los establecimientos y zonas donde el comercio eperuano debía gozar de la independencia propia de un puerto libre. Este Tratado, “valeroso, necesario, útil y conveniente para la política internacional del Perú” (Ulloa), donde “obtuvimos todo lo que podíamos conseguir” (Chirinos Soto), “estuvo a la altura de las circunstancias” (Porras Barrenechea), siendo el “único caso donde un país vencido recupera territorios de manos del vencedor sin llegar a las armas y al desquite” (Aldous Huxley). El mismo ex canciller chileno Barros Jarpa lo calificó en 1931 como “un desastre para Chile”, mientras que para Bolivia, este Tratado tuvo el propósito de enclaustrarla definitivamente. Que no se haya aprovechado debidamente las facilidades portuarias para Tacna, tal y como los negociadores de 1929 lo plantearon, es algo que se tendría que cargar en el pasivo de Sánchez Cerro y sus sucesores, confirmando el daño institucional que casi siempre han causado los golpes de Estado en la continuidad de determinadas políticas.
No exento de defectos como todo ser humano, Leguía, hombre práctico al fin, tuvo la visión de dar cuatro de sus cinco fronteras al Perú, para así darle un sentido concreto en el mapa, para que pudiera consagrarse tranquilamente a su desarrollo, asumiendo con coraje la responsabilidad histórica por ello, lo que no ignoraba que podría comprometer la paz de su sepulcro (como bien afirmó en el Mensaje ante el Congreso extraordinario para aprobar el Tratado en junio de 1929). Las cosas quizás pudieron salir mejor, es posible, pero prefirió la soledad en las decisiones supremas, convencido de que el juicio de la historia no le sería adverso. Tan audaz como Piérola y tan vivaz como Castilla, terminó tan desdichado como Salaverry. Su muerte en medio de la pobreza y con cristiana resignación, después de ser derrocado y de haber vivido el infierno en las mazmorras del Panóptico, no tiene paralelo en nuestra historia y lo dignifica al extremo. No en vano, Haya de la Torre, fundador del Partido Aprista, diría que Augusto B. Leguía "fue el mejor presidente del Perú del siglo XX", a pesar de que en su juventud había sido desterrado por el mismo Leguía. Y sin embargo, aún se habla apasionadamente sobre Leguía, cuando en realidad, se le debe mirar con realismo, sin rencor ni servilismo, poniendo en su lugar y dimensión exacta a un hombre, que como bien decía More, ocupa sitio junto a los varones esenciales de nuestra República.
1º de agosto de 2011. En: http://apuntesderechoehistoria.blogs...de-leguia.html
Que el tratado de 1929 sea calificado de "desastre" para Chile es un triste consuelo. Para Chile es un desastre que el Perú se recupere de la guerra de rapiña que hicieron.
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Originalmente publicado por mopy Ver MensajeLos límites existían. Si no era así, por qué el mismo Leguía ordenó expulsar a los colombianos de La Pedrera en el Caquetá. Se expulsa por las armas a un invasor de un territorio propio, no de una zona indefinida que es tierra de nadie.Ernesto
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Originalmente publicado por Ernesto Ver MensajeA ver, muestrame un tratado de límites entre Perú y Colombia, o la Gran Colombia, o el virreynato de Nueva Granada. No puedes decir que regaló territorio si no había limites definidos, sólo había un tratado de limites con Bolivia y dos con Brasil, pero ninguno con Colombia.
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Originalmente publicado por Ernesto Ver MensajeA ver, muestrame un tratado de límites entre Perú y Colombia, o la Gran Colombia, o el virreynato de Nueva Granada. No puedes decir que regaló territorio si no había limites definidos, sólo había un tratado de limites con Bolivia y dos con Brasil, pero ninguno con Colombia.
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